Revista invi Nº 57, Agosto 2006, Volumen 21: 62 a 73
Paula Peyloubet Colaboradores: Germán Barea y Tomás O´Neill. 02.04.06
En este artículo se presenta un enfoque alternativo acerca del valor del hábitat popular. Se considera su producción como un valor en sí mismo, intangible, donde se expresa el acervo cultural de los diversos pueblos que componen el Hábitat Popular materializado en Arquitectura de alto contenido simbólico. Se construyen los argumentos de este enfoque a partir de concepciones sociológicas y antropológicas que dilucidan la semiótica de esta expresión física tan singular y siempre presente en nuestras ciudades latinoamericanas.
Palabras claves: Cultura Popular - Cultura Autónoma - Diversidad Cultural - Sociología - Antropología.
In this article appears an alternative approach to the value of the popular habitat. Its production is considered a value in itself, intangible, where the
cultural heap of the diverse towns that compose the Popular Habitat is expressed materialized in Architecture of high symbolic content. The arguments of this approach are constructed from sociological and anthropological conceptions that explain the semiotics of this physical expression that is so singular and always present in our Latin American cities.
Keywords: Popular Culture - Autonomous Culture -Cultural Diversity - Sociology - Anthropology.
El presente trabajo es inédito y se basa en la ponencia realizada por la autora en el Seminario Hipótesis de Paisaje 05 realizado en la Ciudad de Córdoba- Argentina en el mes septiembre de 2005. Red Hipótesis de Paisaje. Facultad de Arquitectura. Universidad Católica de Córdoba.
INTRODUCCIÓN GENERAL
La diversidad de la sociedad latinoamericana responde a diferentes razones, este es un axioma que no deja dudas. En este sentido las razones han intentado ser descubiertas y explicadas desde distintos puntos de vista. Por ejemplo la teoría de la dependencia, desarrollada por CEPAL, surgida aproximadamente en la década del '60 en América Latina e impulsada por el economista argentino Raúl Prebisch, fue el marco conceptual que explicaba las desigualdades en América Latina a partir de un conjunto de teorías y modelos que presentaban las dificultades que encuentran los países de esta región para el desarrollo económico, derivando de esta concepción un diagnóstico que describía la relación entre las economías centrales, autosuficientes y prósperas, y las economías periféricas, aisladas y poco competitivas, produciéndose la dialéctica "centro-periferia" a partir de una acción modernizadora provechosa esencialmente para los países centrales debido a esta relación asimétrica.
En este sentido, algunos pensadores llevaron hasta el extremo este razonamiento y afirmaron que el "pluralismo cultural" en América Latina puede explicarse entonces a partir de las desigualdades económicas y sociales, por lo que este "pluralismo cultural" y sus diversas manifestaciones no merecen ser tratados como una cuestión que posea determinantes propias, sino que se resuelven automáticamente con el devenir transformador de una nueva estructura económica. Posiblemente el problema entonces se resolvería en el sentido de una cultura homogénea. (BONFIL BATALLA 1991[1992:37]).
Es pues esta visión unidireccional del desarrollo sobre la que se quiere reflexionar en este trabajo, con la intención de generar una discusión sobre la temática posible en todo caso de iniciar estudios e investigaciones para el avance posterior a nivel de propuesta. Para ello se parte de reconocer que en esta explicación economicista del desarrollo, que descubre las desigualdades regionales, los aspectos culturales de la cuestión no fueron tomados en cuenta para explicar y comprender estas desigualdades (BONFIL BATALLA 1991[1992:33]), por lo tanto no las descubre totalmente.
I. Marco Teórico: LA IDEOLOGÍA UTÓPICA
El pensamiento cepalino relacionado con la teoría de la dependencia y su pertinencia sobre cuestiones económicas y sobre el impacto respecto de la estratificación social no se discute, es la ausencia de una visión cultural sobre la diversificación de América Latina, pues no profundiza sobre los rasgos culturales de la regionalización (BONFIL BATALLA 1991[1992:33]), la que impide que esta teoría pueda ser incorporada para la explicación de la producción del hábitat popular en forma directa, siendo este un hecho singular, producto de financiamiento escaso evidentemente pero también, y bajo la perspectiva del presente artículo de superlativa importancia, de las prácticas sociales, valores y necesidades inherentes a comunidades de mayoritaria presencia en la población latinoamericana.
Aun así se considera para el análisis a la teoría de la dependencia, es por ello que se involucra en esta presentación, como un exponente paradigmático que teniendo en cuenta el contexto en el que surge, desempeñó un papel provechoso en el proceso de cuestionamiento de los modelos de desarrollo imperantes en su contemporánea época. Colaboró también con la construcción, que se prolonga hasta nuestros días, de un paradigma de desarrollo alternativo ya que se ubica aún como un contrapunto a las ideas neoliberales que otorgan gran importancia al mercado como ente promotor del desarrollo, en contraposición a los enfoques dependentistas cuyo promotor básico de desarrollo es el propio Estado (KAY, CRISTOBAL 1998: 100-119).
Por lo dicho se considera que es menester seguir desarrollando este pensamiento paradigmático que junto a la ideología de aquella teoría de la dependencia, agregue a su explicación los caracteres propios de grupos sociales delimitados por sus cargas genéticas culturales, fruto de una herencia continua, a partir de los cuales es posible generar potenciales modelos de desarrollo que impacten sobre la economía y la sociedad de cada región.
La posición que se intenta construir se alimenta entonces de aspectos humanos fuertemente arraigados, para producir un modelo teórico que no sólo intente explicar los fenómenos del desarrollo diverso, reconociendo las prácticas culturales de los grupos sociales en base a la heredad relacionada con sus antepasados, su territorialidad y sus necesidades, sino que intente inducir acciones que fortalezcan el contexto de la estirpe cultural.
En resumen, debería considerarse que esta diversidad regional de desarrollos no es siempre manifestación de una perturbación económica que estratifica la sociedad sino que responde también al profundo sentir de comunidades que se asumen depositarias de un patrimonio cultural en torno al cual construyen una identidad colectiva diferenciada y que las teorías que lo expliquen no sólo deben caracterizar la situación integralmente sino que deben ser referentes de acciones posibles que contribuyan al desarrollo sinérgico de dichas poblaciones.
Si bien es cierto que la desigualdad económica es un factor importante en la diversificación cultural de sectores y regiones, resultaría una reducción suponer que el pluralismo cultural en los países latinoamericanos es sólo consecuencia de un desorden social y económico estratificado.
El modelo cultural a través del cual se observa esta diversidad regional y sectorial responde a una relación de asimetría y supone que exista un grupo dominante que instala productos y toma decisiones sobre grupos subalternos que los consumen y aceptan pasivamente. Este modelo cultural impuesto termina por desarticular las acciones y expresiones manifestadas libremente por aquellos sectores cuyas prácticas sociales son claramente distintas.
Se intentará en esta trabajo describir que los fenómenos culturales diversos que aún sobreviven en nuestro territorio latinoamericano responden a un mecanismo de resistencia cultural que asegura la continuidad de los diversos grupos cuyas
manifestaciones, tangibles e intangibles, lejos de ser un obstáculo para el desarrollo, constituyen un potencial capaz de conformar alternativas diversas para dar respuestas más eficientes a los mismos prob lemas .
Foto Nº1: Resistencia Cultural. Villa Siburu. Córdoba.
Fuente : archivo personal.
El marco conceptual con que se plantea la diversidad cultural en este trabajo considera algunos aspectos alternativos, pocas veces tenidos en cuenta, detectados claramente en las producciones populares del hábitat, entendido como la manifestación física de un hecho socio-cultural.
Estas manifestaciones culturales de hábitat son las que se quieren reivindicar como paisaje construido y perpetuado en nuestras ciudades latinoamericanas, como expresiones profundas del sentir de nuestros pueblos, donde se conjugan el saber, las aspiraciones, las motivaciones y voluntades de comunidades diferentes arraigadas fuertemente en nuestras ciudades.
Como se sabe la perspectiva teórica e ideológica con la que nos aproximamos a la realidad delimita la comprensión de dicha realidad, por esta razón los marcos conceptuales son excluyentes, y de allí la importancia de comenzar a construir alternativas integradoras que colaboren en la comprensión y explicación del fenómeno desde un punto de vista plural y local y no desde un punto de vista único y global.
Se intentará entonces trocar la perspectiva reduccionista, basada en las desigualdades y diferencias económicas del desarrollo, con que se ha analizado la diversidad cultural y sus manifestaciones, por una perspectiva que reconozca la legitimidad de dicha diversidad, fundada en los universos sociales depositarios de un patrimonio heredado que expresa la pluralidad cultural, junto al derecho que cada comunidad posee para construir su futuro y desarrollar sus propias potencialidades culturales.
Se intentará desde esta posición construir reflexiones y argumentos, tal vez un tanto prematuros aún, que inviten a la discusión de un tema altamente prioritario que debería ubicarse en la agenda de nuestro medio profesional y especializado para su valoración y posterior incorporación en las resoluciones del hábitat popular.
II. Presentación del Problema : LA PERCEPCIÓN
La forma en que se aborda la problemática del Hábitat Popular, ya sea para su comprensión o para su resolución, en ámbitos académicos y estatales respectivamente, posee una visión reducida respecto de la interpretación de su producción, de sus características y de sus posibilidades.
El problema del hábitat popular es un problema de pobreza. Por ello es que es necesario abordar la pobreza desde todas las dimensiones de la misma. Por otro lado a la pobreza se la relaciona siempre con la carencia. Los indicadores construidos para su análisis determinan la falta de algo, como por ejemplo el indicador NBI, la línea de pobreza, el consumo, etc. Es en este contexto que se ha intentado revertir, en el marco de los programas estatales asistencialistas, la situación del Hábitat Popular.
Sin embargo la situación está lejos de revertirse, la pobreza aumenta y el déficit en lo habitacional no sólo perdura sino que crece de modo cuantitativo y cualitativo, expandiéndose en una materialización cada vez más amplia en los centros y periferias de las ciudades de nuestra región.
Si esta es la situación actual del hábitat popular, es recomendable explorar nuevas formas que acerquen respuestas eficientes para la resolución de la pobreza y el déficit habitacional. Reconociendo esta situación deficitaria se hace imprescindible entonces una mirada más amplia sobre la cuestión, que releve insumos positivos en este acontecer, colaboradores potenciales de las transformaciones que hicieran falta tanto fuera como dentro del mismo hábitat popular.
Esto significa que el hábitat popular, además de convivir con dificultades, sobrevive a dichas dificultades a través de una producción múltiple altamente creativa que sin duda se convierte en el blanco de interrogantes y es a la vez un material valioso para dilucidar y extraer insumos para el planteamiento de estrategias de progresividad.
Foto Nº2: Prácticas culturales sobreviven a dificultades. Villa Urquiza. Córdoba
Fuente: archivo personal
Esta mirada diferente sobre el hábitat popular, respetuosa de la creación y producción que allí acontece, nos permite elaborar una posición novedosa que implica una reivindicación de su existencia.
¿No hay acaso expresiones altamente conservables dentro de la producción del Hábitat Popular?
Nos podríamos preguntar si la definición del problema que se desea resolver está determinada sólo por indicadores de carencia y "falta de algo". Se podría pensar que la pobreza se caracteriza también por las relaciones de las personas, conductas y contextos, y si esta mirada fuera posible, por qué no comenzar por descubrir al hombre que forma parte de esa pobreza. Tal vez encontraríamos en ese hombre las potenciales respuestas que acerquen soluciones eficientes. Ya se dijo anteriormente: "...la ciudad es el hombre que la habita..."(PEYLOUBET 2002: 97). En esta línea argumentativa es que se hace esta presentación, reconociendo y revalorizando la producción de las comunidades que conforman el hábitat popular.
En la actualidad existen movimientos y organizaciones de la sociedad civil y de las comunidades que están construyendo originales y creativos caminos en este sentido. Por lo tanto, en esta breve presentación se espera aportar a la construcción de este enfoque alternativo, considerando los indicadores que construyen la resistencia cultural (1), como expresión sentida de grupos que materializan sus condiciones, sus expresiones y sus deseos de determinada manera, siendo dicho hábitat el escenario de sus acciones. Bajo esta mirada es que se quiere redescubrir al hombre pobre y sus naturales potencialidades.
Si es cierto que la pobreza se manifiesta en el Hábitat Popular, el contexto que se presentará en este trabajo preliminar, que principalmente pone de manifiesto una reflexión e invita a la discusión de la temática, es el paisaje que el propio Hábitat Popular ofrece, aportando a nuestras ciudades latinoamericanas una singular y creativa expresión. ¿Qué nuevos significados debemos reconocer para asumir el valor de estos escenarios particulares, tan desiguales y tan diversos? Ese es el desafío.
III.Desarrollo: REFUNDACIÓN DEL PROBLEMA
El paisaje del hábitat popular ya no se encuentra en estado virgen. Se reconocen en él las influencias de los estereotipos de la arquitectura de planes habitacionales y la tecnología moderna facilitadora de la autoconstrucción. Esta arquitectura formaliza los asentamientos populares, uniforma su imagen y es productora de un nuevo paisaje. Los diseños urbanos, la normativa sectorizada y discriminatoria, la tecnología utilizada son las productoras del paisaje popular en nuestros días. Sin lugar a dudas esta arquitectura es posibilitante, en términos de procesos y productos, de la producción del hábitat popular. Pero deja bajo sospecha la condición cultural postergada. Se observa la presencia de un patrón sustitutivo de las prácticas, del conocimiento y del saber popular que es desplazado por paradigmas de la planificación
moderna que ha inhabilitado preciados valores de aquella manifestación espontánea popular expresada en nuestros días exiguamente.
¿Cómo llevar adelante entonces un proceso de asimilación, acomodación y equilibrio como plantea Piaget (KLIMOVSKY 1994 [2001:395]), que contemple los rasgos imprescindibles del hábitat popular, de aquel que consagra una imagen de singular calidad (2), digna de la expresión valiosa de un pueblo que se asume como heredero cultural de ciertas manifestaciones constructivas y las resoluciones técnicas superadoras de los problemas existentes, en el marco del reconocimiento de virtudes mutuas?
Tal como lo plantea Bonfil Batalla, antropólogo mexicano al que adhiero en la mayoría de sus postulados e ideas, concurren a este fenómeno popular de producción de hábitat, otros factores que deben considerarse al momento de intentar construir este proceso de asimilación, acomodación y equilibrio que son determinantes de una nueva perspectiva arquitectónica. Estos factores están relacionados con el hombre mismo, con sus prácticas y su contexto geográfico e histórico: con el hombre como ser individual -enfoque psicológico-, con el hombre como ser colectivo -enfoque sociológico- y con el hombre como ser cultural -enfoque antropológico- (PEYLOUBET 2005).
Esta rara influencia desde las ciencias sociales en la comprensión del paisaje urbano del hábitat popular viene a enriquecer el concepto y el accionar dentro del mismo. Pretende comprender al problema desde una visión integral y compleja donde el hombre es protagonista de sus transformaciones y en consecuencia la habilidad que se debe despertar y la conciencia que se debe fortalecer, desde la construcción de esta nueva perspectiva arquitectónica, es a partir de la confianza en el hacer, por qué hacer y cómo de las propias comunidades. Las transformaciones que se produzcan en el hábitat popular deben considerar los aportes de todos los sectores, especialmente de los que viven en él, y deben ser generadas a partir de las deficiencias actuales y necesidades sentidas de los grupos sociales, obteniendo como resultado satisfactores de orden cultural, propios de dichos grupos (MOISE 1998 [2001:107]).
Porque además la transformación que se opere en el hábitat popular tal vez no deba ser total, y digo tal vez por dejar abierta la idea y no sesgarla a mi solo pensamiento, sino que deba resguardar los rasgos que le son propios y que lo caracterizan de manera particular, haciéndolo único en su expresión, resultado del modo particular de vivir de la gente, de sus prácticas sociales, en general, resultado de la producción de satisfactores culturales endógenos.
Tal vez, y digo tal vez con la misma intención de antes, lo que debemos transformar son nuestros prejuicios, los de los arquitectos, que no nos dejan ver las potencialidades del hábitat popular, ni admirarnos frente a la producción alcanzada por estos sectores pobres en algunos casos, que con más voluntad que recursos, han logrado altos grados de resolución, ciertamente eficaces, esto basado en la evidencia de la sobrevivencia a pesar de los ataques feroces de la economía global, la exclusión social y la desintegración urbana.
¿No son acaso sus manifestaciones y expresiones insumos valiosísimos para la refundación del problema?
Foto Nº 3 Y Nº 4: Economía global y exclusión vs. economía popular e inclusión.
Villa La Tela. Córdobá
Fuente: Archivo personal
IV.Conclusión: DIALÉCTICA ENTRE CULTURA Y ARQUITECTURA
Para comprender el grado de subjetividad del que se está hablando se involucrará ahora la noción de cultura que los antropólogos han definido como: un conjunto de símbolos, valores, actitudes, habilidades, conocimientos, significados, formas de comunicación, formas de organización social y bienes materiales que hacen posible la vida de una sociedad, permitiéndole transformarse y reproducirse (BONFIL BATALLA 1991 [1992:128]). Es a partir de esta perspectiva teórica con que se intentará construir la resignificación de l a s respuestas arquitectónicas considerando para ello, dos importantes ejes de análisis basados en la siguiente postura antropológica:
•La reivindicación del pluralismo cultural, por el cual no existen respuestas universales, únicas y absolutas y que dichas respuestas no son independientes ni están aisladas de un todo articulado que es la cultura, en donde los bienes se valoran de diferentes modos.
•La autonomía, que valora, utiliza y desarrolla los recursos y capacidades que existen en el conjunto social conformando alternativas diversas para dar respuestas a los mismos problemas (BONFIL BATALLA 1991 [1992:104]).
La producción cultural es por tanto el acervo de elementos de construcción social, tangibles e intangibles, que una sociedad considera de su propiedad y los utiliza para dar respuesta a sus necesidades, para alcanzar sus aspiraciones, para resolver sus problemas y para expresarse.
Según este planteamiento la cultura no estaría restringida a la producción material, sino que abarcaría las costumbres, los conocimientos, los significados, las habilidades y las formas de expresión que pocas veces son reconocidas en los programas habitacionales de Estado y otros. Esta debería ser nuestra primera reconsideración. La arquitectura de plan, "solucionadora de la vivienda popular", carece de identidad cultural. La arquitectura que se materializa pertenece al grupo que la desarrolló y, aun pudiendo ser de perfecta factura, no reconoce las características culturales propias de las comunidades populares de cada lugar (3). Continuando con esta reflexión y en la perspectiva de la diversidad cultural de las sociedades, y de las imágenes de los asentamientos populares, se debe recordar que las relaciones sociales entre los distintos grupos de una sociedad no son simétricas, es decir, existen relaciones de dominación y subordinación. Esta situación trae como consecuencia la desvalorización de la
producción cultural de las clases subalternas y por lo tanto una inhibición de dicha producción, o lo que es peor, una interpretación a partir de un sistema "universal" de valores que, desvinculado de los contextos significativos de los cuales partió, considera a esta producción como bienes culturales inferiores, prueba de ideas y prácticas atrasadas, rezago de grupos sociales en decadencia. Frente a esta descalificada posición, la producción original del hábitat popular va escondiendo su originalidad y se va transformando en una copia exagerada de un modelo único de cultura nacional, transnacional o global.
Se está aquí frente a un proceso de transferencia, que en antropología se reconoce como un "cambio de realidad" (BONFIL BATALLA 1991[1992:17]). Esta expresión nos indica una enajenación cultural o una imposición cultural que esteriliza la verdadera y profunda producción del hábitat de extensos sectores sociales, ya que este cambio "de" realidad supone un maquillaje superficial que se desvanece sin dejar rastros y no genera mejoras. Para encontrar un nivel de vínculo positivo entre comunidades con necesidades (MASLOW 1989) y arquitectos se hace imprescindible resignificar la arquitectura popular a través de la construcción de una cultura pluralista que asuma una sociedad heterogénea con la firme conciencia que su valor está justamente representado por esa diversidad. Esto es, plantear los programas de hábitat en términos más amplios consiguiendo un vasto y plural repertorio de elementos que conforman el patrimonio cultural de todos los sectores de la sociedad, convocándola a un potencial proyecto de civilidad que incluya la creatividad de todos. Es justamente el patrimonio cultural diverso, la herencia infalible para valorar y reconstruir la imagen urbana de los asentamientos populares cada vez más extensos en nuestras ciudades.
En este sentido existen deudas por saldar, somos responsables en muchas ocasiones, de una historia de negación de la producción cultural popular de nuestros pueblos. No se ha reparado en la importancia de la cultura popular, ni en su riqueza, ni en sus potencialidades. Se la ha visto como meras expresiones folclóricas, de color y atracción turística tal vez. La mayoría de las veces como asentamientos inseguros a erradicar. No se reconoce su vigencia actual y no se admite que tenga futuro. La valoración de la diversidad cultural descansa sobre la convicción de sociedades que poseen su propia cultura así como las capacidades para transformarla y enriquecerlas para su propio beneficio y luego conservarla.
La persistencia de reivindicar la pluralidad cultural para que se instalen programas de hábitat popular integrales no solo se realiza para dar lugar a una democrática diversidad de producciones, sino para manifestar l a construcción de un camino posible de andar para todos. La opción por construir el propio proyecto cultural es asunto de vital importancia. No es solo la materialización en lo que se debe pensar al momento de "diseñar" las "viviendas sociales", sino que debe pensarse en la mayor de nuestras riquezas, la que debemos acuñar, proteger y cuidar; las maneras de hacer, el porqué de lo que queremos hacer y quiénes lo hacemos. Finalmente el mayor patrimonio que poseemos: la población. Materialización de un paisaje social diverso. Cultura de la pluralidad.
BIBLIOGRAFÍA
BONFIL BATALLA, Guillermo. Pensar nuestra cultura. México. Ed. Alianza. 1992.
KAY, Cristóbal. Estructuralismo y Teoría de la dependencia en el período neoliberal. Nueva Sociedad Nº 158. 1998.
MASLOW, Abraham. El hombre autorrealizado. Argentina. Ed. Troquel S.A. 1989.
MOISE, Cecilia. Prevensión y Psicoanálisis. Propuestas para una salud comunitaria. Argentina. Ed. Paidós. 2001.
PEYLOUBET, Paula. Hábitat Popular Progresivo. Reinterpretación de los factores que intervienen en su producción. Tesis Doctoral. Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Argentina. 2005.
KLIMOVSKY, Gregorio. Las desventuras del conocimiento científico. Argentina AZ Editora. 2001.
PEYLOUBET, Paula. La ciudad es el hombre que la habita. Argentina. Ed. I-p división editorial- Amerindia 2. 2002.
NOTAS
1 Fenómenos culturales diversos que aún sobreviven en nuestro territorio latinoamericano que responden a un mecanismo de defensa que asegura la continuidad de los diversos grupos y su cultura, cuyas manifestaciones, tangibles e intangibles, lejos de ser un obstáculo para el desarrollo constituyen un potencial capaz de conformar alternativas diversas para dar respuestas más eficientes a los mismos problemas.
2 Se hace referencia a los asentamientos populares reconocidos históricamente en el paisaje urbano de nuestras ciudades latinoamericanas como: las favelas, las chabolas, las villas, etc., de los que se pueden destacar algunas características para una nueva normativa más humana como: la escala de los espacios, los usos del suelo, la vegetación, el color, los materiales y otros.
3 Tampoco reconoce las características bioclimáticas del lugar, ni los procesos sociales que subyacen en su construcción, y su único líder espiritual de diseño es la economía en términos de abaratar costos de materiales y mano de obra, conseguir alta rentabilidad inmobiliaria con la especulación y la erradicación de asentamientos populares localizados en valiosos terrenos urbanos pensados para proyectos de desarrollo local bajo el modelo concentrador y consumista de las minorías.