La ocupación chilena de la Araucanía marcó el inicio de un proceso de transformación del espacio público que, de modo paulatino, comenzó a llenarse de barriadas, burdeles y pulperías que servían de albergue a los nuevos tipos fronterizos. Lo que hasta allí habían sido plácidas campiñas, interrumpidas por pequeñas villas o incipientes ciudades, se convirtieron en arrabales inmundos y bulliciosos, que como un anillo de miseria y pobreza estrangulaban las poblaciones que fundaba por doquier el Estado. El trigo, las máquinas a vapor, el alumbrado público, los tranvías, las alambradas, puentes y caminos, fueron los signos más evidentes de los cambios que experimentaba la región; las fachadas de las mansiones urbanas y la figura imponente de los molinos, sumados a los solemnes edificios públicos, reforzaban desde el punto de vista arquitectónico, la monumentalidad que podía surgir cuando la riqueza colectiva se concentraba en pocas manos.
León, L. (2016). Callejuelas, estaciones y burdeles: los nuevos espacios de transgresión en la Araucanía, 1880-1900. Revista De Historia Indígena, (6), Pág. 65–96. Recuperado a partir de https://revistapuntogenero.uchile.cl/index.php/RHI/article/view/40150